Finanzas solidarias al servicio de empresas recuperadas y cooperativas de producción.
En el año 2002 Argentina vivió una crisis económica devastadora, la peor de su historia reciente. La paridad peso-dólar fue abandonada, el sector bancario colapsó y la economía entró en una recesión severa. En prácticamente todos los sectores de producción hubo empresas -en su mayoría fábricas- que se declararon en bancarrota, pararon por completo su producción y fueron abandonadas por sus dueños. Como respuesta, los trabajadores se organizaron en cooperativas y llevaron a cabo varias acciones para recuperar las empresas y sus empleos.
De hecho, el movimiento de empresas recuperadas comenzó desde mucho antes de la crisis de 2002, más exactamente en el año 1998 con algunos casos emblemáticos como el de la Industria Metalúrgica y Plástica Argentina [1]. En ese entonces, los motivos por los que los trabajadores recuperaban una empresa eran principalmente el incumplimiento de contratos laborales, los despidos masivos injustificados y los fraudes financieros. Con la llegada de la crisis del 2002 el movimiento se intensifica, pasando a ser el abandono de empresas el principal motivo para recuperarlas. En el 2003 los canadienses Avi Lewis y Naomi Klein viajan a Buenos Aires a documentar de cerca el proceso de recuperación de fábricas y el contexto socio-político en el que se desarrollaba. Un año después estrenaron “La Toma” (The Take, 87 minutos), dando visibilidad internacional al movimiento y a su slogan: “Ocupar, resistir, producir”.

Los sectores en los que más se recuperan empresas son el metalúrgico, el de la construcción, el textil, el alimenticio y el gráfico.
En efecto, los trabajadores sabían que ningún milagro económico o político les traería de vuelta sus empleos, así que fueron a recuperarlos. La creación de cooperativas de trabajo les permitió romper la dicotomía jefe-empleados e implementar mecanismos horizontales de organización y de toma de decisiones: se aplica el principio “un trabajador = un voto” en asambleas abiertas a todos. Según datos del Ministerio de Trabajo, en el 2010 ya eran 280 las empresas recuperadas, la mayoría en el Gran Buenos Aires [2].
En la mayoría de casos, todos los empleados pasan a ganar el mismo salario y participan en la elaboración de la estrategia de la empresa recuperada, sin importar la posición que ocupan. Además, bajo esta estructura las ganancias se reinvierten en el crecimiento de la empresa, por lo que no solamente se pudieron conservar miles de puestos de trabajo, sino que se están creando muchos nuevos. Sin embargo, recuperar la empresa no era garantía de éxito, sobretodo durante la postcrisis, pues los mercados de crédito seguían congelados, las deudas denominadas en dólares y la estabilidad económica tardaba en regresar. Para el caso de las fábricas, la falta de acceso a crédito era la principal preocupación, ya que la mayoría requieren un capital inicial relativamente elevado para empezar a producir y una línea de crédito flexible para poder funcionar.
El Fondo Solidario La Base, con sede en Buenos Aires, comenzó a otorgar préstamos sin colateral a fábricas recuperadas en diciembre del 2004. Préstamos productivos ajustables a la necesidad de proyectos puntuales, pero todos destinados a consolidar la estabilidad y el crecimiento de las cooperativas. Se trata de fortalecer el “trabajo con poder de decisión”, como lo describe Julián, miembro del equipo de La Base y quien explica el funcionamiento del fondo: trabajan en conjunto con las cooperativas, ven los proyectos juntos y deciden cómo se va a invertir el dinero del préstamo.
Al no haber colateral, los préstamos se basan en los principios de compromiso y de riesgo compartido. Además, La Base tiene como política no trasferir dinero a las cooperativas, sino que paga directamente a los proveedores de los insumos de cada proyecto. Todo el proceso es transparente, lo que reduce el riesgo moral y da pie a un “castigo colectivo” a aquellas cooperativas que malversan los fondos – algo que ha ocurrido muy pocas veces. Cuando las pérdidas son “de buena fe”, La Base las asume reduciendo los fondos disponibles para las demás cooperativas.

Es la autogestión puesta en práctica: la empresa es de los trabajadores y ellos mismos la gestionan; no hay jefe.
El economista Brendan Martin es uno de los fundadores de The Working World (link), la ONG registrada en Estados Unidos a través de la cual se gestiona el Fondo Solidario La Base y se reciben las donaciones que lo alimentan. A mediados del 2004, luego de una proyección de “La Toma” en Nueva York, Brendan se acercó a hablar con Avi Lewis sobre la experiencia de las fábricas recuperadas en Argentina y el cooperativismo. Meses después fundaron la ONG y crearon el Fondo Solidario La Base, que comenzó a funcionar en diciembre del 2004 con 100.000 ARS (pesos argentinos, aprox. 18.000 euros) y las fábricas recuperadas del documental “La Toma”.
A través del boca a boca extendieron su trabajo a otras fábricas recuperadas y posteriormente a otras cooperativas de producción. En la actualidad, La Base es un fondo de 500.000 ARS (aprox. 90.000 euros) con un portafolio de al menos 536 préstamos completados y una tasa de reembolso del 97% [3]. Dada la heterogeneidad de las cooperativas, los préstamos van desde 5.000 ARS (aprox. 900 euros) hasta 40.000 ARS (aprox. 7.200 euros), en plazos de una semana en adelante y con una tasa nominal de interés alrededor del 18% anual. En la actualidad, una mitad de los préstamos se otorga a fábricas recuperadas y la otra a cooperativas de producción; y en promedio los créditos son de 17.000 ARS (aprox. 3.000 euros) a un plazo de 3 meses.

En algunos casos el préstamo es simplemente para resolver problemas de flujo de caja.
En principio, cada proyecto que recibe un préstamo de La Base tiene que ser ejemplo de buenas prácticas y de buena planificación, pero el entorno es incierto e impide a las cooperativas ver más allá de un mes, lo que dificulta la creación de una estrategia de largo plazo. Por otra parte, problemas exógenos como la alta inflación o las barreras jurídicas son obstáculos difíciles de sortear, y también es difícil romper con la inercia de malas prácticas gerenciales. Aunque uno de los objetivos es la autosuficiencia de las cooperativas, el tema es delicado y se menciona poco: para algunas La Base es sólo un punto de apoyo, mientras que otras dependen de sus préstamos para funcionar.
Desde el comienzo, la demanda de crédito supera a la oferta y la falta de fondos ha limitado el alcance del trabajo de La Base. Respondiendo a esta demanda y como parte de un proceso de expansión, en 2008 se registraron como fundación en Argentina, empezaron a trabajar en otras ciudades y crearon vínculos de cooperación con otras organizaciones y con el Gobierno. Aunque La Base aún depende de donaciones para cubrir sus gastos de funcionamiento, su modelo ha mostrado resultados notables y puede replicarse en otros países donde también hay movimientos de recuperación de empresas y de trabajo autogestionado, como Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. De hecho, ya tienen una sede funcionando en Nicaragua y en mayo de 2011 abrieron una en Nueva York, donde la crisis actual sigue aumentando el desempleo y el movimiento cooperativista se fortalece.
La Base es potencialmente el centro de una red de colaboración entre cooperativas y de comercialización de sus productos, necesaria ya que se compite contra empresas privadas en el mercado. De hecho, Julián destaca como la poca pertinencia de las capacitaciones ofrecidas por el gobierno y la falta de conocimientos sobre marketing son las principales barreras para el crecimiento de las cooperativas. Una vez consolidada la red, el paso siguiente es fomentar las buenas prácticas e implementar la sostenibilidad, creando un ambiente propicio para que los trabajadores puedan generar y reproducir cambios positivos en la sociedad, de forma autogestionada.
[1] A principios de 1998, la mala gestión de los dirigentes de la INPA (tenían una deuda de 8 millones de dólares) y un intento de fraude llevaron a unos 70 trabajadores a tomar el control de la fábrica. Renegociaron la deuda y reactivaron la producción, logrando crear mas de 100 nuevos puestos de trabajo. En 2008 fueron atacados en justicia por los acreedores y desalojados. Los trabajadores ocuparon la fábrica y la re-recuperaron, aunque hoy el asedio continúa y no les permite llevar a cabo el pleno de sus funciones. Más información en http://www.impalafabrica.org.ar y http://www.buenosaires.gov.ar/areas/com_social/emp_recup/lista_empresas/detalles.php?id=9.
[2] Según datos del Ministerio de Trabajo Argentino, retomados por el Observatorio Social sobre Empresas Recuperadas Autogestionadas en su boletín número 4, http://boletiniigg.blogspot.com/2011/02/observatorio-social-sobre-empresas.html
[3] http://www.theworkingworld.org/index.php?action=labase&subsection=0, entre 2004 y 2011 el monto acumulado de préstamos otorgados alcanza los 7.767.567 ARS (aprox. 1.392.000 euros corrientes).
Enlaces relacionados:
http://www.theworkingworld.org – Website oficial
http://www.thetake.org – Website del documental «La Toma»